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Liderazgo escolar y justicia social

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La desigualdad en los resultados educativos se ha convertido en una preocupación clave en diversos sistemas escolares, dado que la educación de calidad es comprendida como un derecho y un elemento a la base de la mejora en la calidad de vida de las personas. Por su parte, uno de los objetivos del liderazgo es el de potenciar la calidad de los resultados educativos de todos los estudiantes. Con estos antecedentes, la presente edición del boletín de Liderazgo Escolar se explorará la noción de “justicia social” y su relación con el liderazgo escolar, profundizando en cuál es la contribución de los líderes y cómo utilizar su influencia para garantizar que todos los y las estudiantes reciban las mismas oportunidades de aprendizaje.

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El autor, Haim Shaked (Hemdat Hadarom College of Education, Israel), propone que en los últimos años ha aumentado la cantidad de estudios que abordan el tema de la justicia social y su relación con el liderazgo escolar, entendiendo que la escuela debería ser una organización que brinde igualdad de oportunidades y de trato a todos los estudiantes, sin discriminación ni favoritismo. Paralelamente, la escuela también debería ser un medio para promover la justicia social incluso fuera de sus límites, dado que al brindar igualdad de oportunidades contribuye a que los estudiantes persigan objetivos académicos y sociales que se ajusten a sus habilidades y aspiraciones personales, independiente de su origen y condición familiar, social o financiero. Por otro lado, las escuelas permiten que sus estudiantes reconozcan y se cuestionen situaciones en que está presente la injusticia. De esta manera, los impulsan a ser promotores de la justicia social en un sentido más amplio.

A nivel global, en la actualidad siguen existiendo desigualdades en diversos sistemas educativos y escuelas: los estudiantes de minorías étnicas, en situación de pobreza o con capacidades diferentes tienden a tener un menor rendimiento y a abandonar el sistema escolar en mayor número, y además poseen una menor probabilidad de llegar a la educación superior que aquellos estudiantes blancos, heterosexuales, con mayores recursos y físicamente capaces. Además, los estudiantes desaventajados suelen también encontrarse en escuelas con recursos limitados, tanto a nivel de insumos como de enseñanza. De ahí que la labor de los líderes escolares sea utilizar su influencia en la enseñanza y el aprendizaje para asegurar que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades, independiente de sus condiciones. De esta forma, un líder que facilita el aprendizaje de todos los estudiantes es un líder que promueve la justicia social. La premisa del liderazgo para la justicia social es que todo estudiante puede tener éxito académico, sin excepciones ni excusas. Esta creencia motiva a los líderes a transformar sus entornos escolares en espacios donde los estudiantes persistan aunque las condiciones materiales sean básicas. Además, buscan soluciones a los problemas que puedan generar y reproducir la falta de igualdad.

En términos concretos, los líderes comprometidos con la justicia social exploran cuáles son las diferencias que observan en sus propios contextos y se esfuerzan activamente por eliminar la inequidad en los procedimientos y prácticas de la escuela. Por ejemplo, promueven prácticas inclusivas para todos los estudiantes al interior de las salas de clases y consideran sus perspectivas y experiencias. En ocasiones, también involucra que los estudiantes puedan permanecer siempre en sus propias salas de clases y que cuenten con recursos necesarios para afrontarla, en vez de que sean llevados a salas especiales de apoyo. El autor reporta que los líderes que promueven la justicia social facilitan la integración y el establecimiento de un entorno de aprendizaje seguro, al mismo tiempo que abordan la inequidad. Por ejemplo, en el manejo de la disciplina suelen adoptar enfoques que incluyen la discusión de todas las partes involucradas, reflexionando sobre qué sucedió y qué decisión tomar en respuesta. En cuanto a la gestión, estos líderes suelen incorporar procesos de toma de decisión inclusivos, creando además oportunidades para que docentes y profesionales puedan reflexionar sobre sus propias acciones y prácticas. Uno de sus principales objetivos es transformar las creencias y valores presentes en la escuelas, desafiando las creencias negativas de los profesores sobre determinados tipos de estudiantes, sus familias y comunidades. De esta misma forma, estos líderes intentan ser responsivos a las necesidades de todos los estudiantes y sus familias, y no solo a las de los grupos mayoritarios. El autor propone que todas estas acciones podrían interpretarse como un “activismo implícito”, en el sentido que se ejercen como parte de la actividad cotidiana y sin atraer mayor atención.

Desde la evidencia revisada por el autor, no siempre los líderes escolares se sienten capaces de alentar la justicia social: a veces creen que contradice valores del sistema, que existen acciones complejas de implementar en sus propias culturas organizacionales o que incluso podrían ir en contra de alguno de los stakeholders. Por ello, a veces piensan que el apoyar iniciativas que implican la justicia social los ubica una situación “marginal” en sus escuelas. Sin embargo, hay acuerdo en que este tipo de líderes sí realiza una contribución efectiva en sus contextos.

Una pregunta relevante es cómo formar líderes que implementen el enfoque. Para el autor, los programas de desarrollo profesional deberían integrar conocimiento sobre justicia social y potenciar habilidades y actitudes en esta línea a lo largo de todos los contenidos, no solo como una unidad independiente. Se esperaría que la formación en liderazgo con este énfasis promueva un enfoque crítico y transformativo en los directores y sus equipos, que los lleve a observar sus supuestos, acciones, roles, relaciones, enfoques pedagógicos y nivel de preparación para el cambio.

Como conclusión, dada la importante influencia y efecto que ejercen los líderes en el aprendizaje de sus estudiantes, la segunda en magnitud luego del trabajo de los docentes, es clave que se utilice para asegurar que los estudiantes tengan iguales oportunidades de acceder a aprendizajes de calidad independiente de su género, religión, nacionalidad, capacidad o discapacidad, orientación sexual, edad o cualquier otra característica. Entonces, los líderes bajo el enfoque de la justicia social se aseguran proactivamente que sus estudiantes progresen, aún bajo condiciones desfavorables. Por nuestra parte, desde la UC y en consorcio con universidades nacionales, el Centro de Justicia Educacional (CJE) promueve este enfoque y provee herramientas para avanzar en disminuir las desigualdades del sistema educativo.

 

Artículo traducido y adaptado por Claudia Llorente y Paulo Volante desde:

Shaked, H. (2019). School Leaders’ Contribution to Social Justice: A Review. International Journal of Educational Reform, 1056787919857259.

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