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Liderazgo Escolar: aprendiendo en tiempos de crisis

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El documento “Liderazgo Escolar: Aprendiendo en tiempos de crisis” es uno de los productos de las Propuestas Educación entregada a la Mesa Social Covid-19. En concreto, el texto ofrece orientaciones para los líderes del sistema escolar en sus distintos niveles: equipos directivos, docentes líderes y sostenedores.

El informe es el resultado del trabajo colaborativo de académicos y académicas de la Universidad Católica, Universidad de Chile, y de distintas casas de estudio de Santiago y de regiones y fue presentado el día 23 de julio en un webinar liderado por ambas universidades, y que contó con más de 2600 asistentes. Los autores de este documento son Carmen Montecinos y Mario Uribe, académicos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, y Paulo Volante, desde la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. El texto es producto de un análisis crítico de antecedentes, propuestas y recomendaciones, abordando de esta manera las distintas fases de respuesta de los sistemas educativos ante la pandemia por el COVID-19. Se organiza en cuatro apartados: las demandas más apremiantes del sistema educativo; el liderazgo frente a la contingencia en tiempos de pandemia; el liderazgo con foco en la enseñanza y el aprendizaje, es decir con un énfasis pedagógico, y finalmente, la preparación para la reapertura y la continuidad de los centros educativos.

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La crisis sanitaria planteó una reconfiguración del espacio y de las relaciones en las organizaciones educativas, mostrando una serie de demandas apremiantes en el sistema. Por ejemplo, relevó la importancia de establecer conversaciones sobre los objetivos de aprendizaje, los procesos de evaluación, la contención emocional, el desarrollo profesional, la preparación para el retorno a clases presenciales, y el desarrollo de confianza. Un desafío clave del liderazgo ante la contingencia ha sido mantener una visión coherente a largo plazo, y simultáneamente, implementar un conjunto de soluciones efectivas a corto plazo. Por ejemplo, se plantea que es esencial realizar un esfuerzo para que la incertidumbre no inhiba la toma de decisiones, fortalecer y expandir el ecosistema de aprendizaje, utilizando diferentes recursos, y organizar un sistema efectivo para el aprendizaje remoto que facilite equidad, entre otras medidas. Por otro lado, se sugiere planificar una respuesta a la crisis que incorpore y refuerce la colaboración con redes internas y externas, y que se exprese en prácticas compartidas y en relaciones orientadas hacia focos comunes. En términos de medidas hacia los estudiantes, es importante crear condiciones, orientaciones y recursos para que accedan a la educación a distancia, además de abordar adecuadamente a aquellos alumnos/as con mayor riesgo de deserción.

Uno de los principales desafíos en el período de pandemia es liderar con foco en la enseñanza y el aprendizaje, dando continuidad al avance en el currículum bajo condiciones inéditas de trabajo a distancia. Estos cambios sin duda requieren de responsabilidad individual y colectiva que obedezcan a objetivos y prioridades compartidas. Una de las discusiones centrales en esta línea es la selección de aprendizajes prioritarios, es decir aquellos que no podrían dejar de ocurrir. Para ello, ha sido valioso identificar conocimientos previos, objetivos de aprendizaje para el período actual, y también predecir cuál será el impacto que éstos podrían tener en la trayectoria curricular de los siguientes niveles. En ese sentido, la determinación de aprendizajes comunes permite dar coherencia a la enseñanza y aprendizaje en el período actual, y a la vez prepara a los estudiantes para los desafíos futuros.

Uno de los principales soportes para el trabajo con foco pedagógico son las prácticas colaborativas. Estas parecen ser especialmente relevantes al momento de planificar, generar materiales de apoyo y reflexionar sobre el aprendizaje. Por otro lado, uno de los desafíos a nivel pedagógico es la obtención de evidencias del progreso de las y los estudiantes en el currículum. En ese sentido, una práctica de ayuda es la autoevaluación que realicen los propios estudiantes y la entrega de retroalimentación oportuna que los oriente sobre cómo mejorar.

Finalmente, un proceso clave es el de conducir el tránsito desde el cierre a la reapertura de los establecimientos escolares. Es clave que las escuelas estén listas para funcionar tan pronto se logren las condiciones sanitarias para volver y para ello se requiere avanzar con flexibilidad y coherencia a través de las distintas etapas. Por ejemplo, se necesitará asegurar condiciones de infraestructura y diseñar protocolos que promuevan conductas asociadas a la protección -incluido el distanciamiento social e higiene. También será importante preparar al personal docente y a los asistentes de la educación: probablemente será necesario ofrecerles oportunidades de desarrollo profesional de acuerdo a las nuevas demandas del sistema educativo, lo que permitirá fortalecer su autoeficacia en un contexto cargado de incertidumbre. Para ello, existen distintas modalidades y énfasis: comunidades de aprendizaje en red con otros centros escolares; alianzas de colaboración con universidades; trabajo colectivo entre pares de la misma escuela y apoyo externo cuando sea necesario.

La reapertura exige, además, plantearse cuál será el modelo de organización de clases: qué será prioritario y cómo se realizarán las adaptaciones, asegurando coherencia. Prácticas como el aula invertida o la asistecia a las escuelas de grupos alternados probablemente serán estrategias utilizadas durante el retorno. También será importante generar confianza en los padres, madres y apoderados y asegurar una comunicación bidireccional, es decir, comunicarles con claridad cuáles serán las medidas que se están implementando y, a la vez, estar abiertos para recibir preguntas e inquietudes de parte de ellos. Otro aspecto importante es monitorear el regreso de las y los estudiantes, por medio de sistemas de alerta temprana que posibiliten la implementación de intervenciones específicas para disminuir los riesgos de deserción y el no cumplimiento de actividades mínimas. Para ello, será necesario contar con recursos materiales y humanos que permitan hacer seguimiento de las intervenciones, ajustarlas si es necesario, y activar redes internas y externas. De este modo, será posible apoyar a todas y todos los estudiantes con riesgo de desvincularse durante la etapa de retorno.

En situaciones de crisis se espera que los establecimientos educativos sean espacios que mantengan a los estudiantes activos en el proceso educativo. Esto supone nuevas formas de actuar, que involucran la colaboración e innovaciones no previstas. Por ello, el liderazgo -en sus distintos niveles- es un requisito para asumir este desafío, ejerciendo nuevas capacidades y prácticas para desarrollar capital profesional. El aprendizaje que surja de la experiencia de cierre, de la educación a distancia y de la transición a las clases presenciales estimulará una perspectiva colectiva e integrada entre los distintos liderazgos del sistema escolar. Por ello, es importante favorecer la confianza y la coherencia entre los distintos roles y ámbitos de influencia educativa.

 

Texto elaborado por Claudia Llorente y Paulo Volante, basado en:

Propuestas Educación Mesa Social Covid-19 (2020). Liderazgo escolar: aprendiendo en tiempos de crisis. Santiago de Chile. Disponible en: http://educacion.uc.cl/images/documentos/informe-liderazgo.pdf