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Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar

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Validación de un cuestionario de liderazgo intermedio para responsables de departamentos de asignatura

El liderazgo escolar ha sido reconocido como un factor relevante para alcanzar buenos desempeños de aprendizaje. Sin embargo, dada la variedad de funciones y tareas que deben desempeñar quienes ejercen el rol directivo, ha surgido la necesidad de compartir responsabilidades desde posiciones distintas. Entre estos, se encuentran los jefes de departamento o de asignaturas, las y los profesores mentores, profesores a cargo de proyectos de mejora y de actividades extraprogramáticas, entre otros.

Hasta ahora, gran parte de la investigación en el área del liderazgo escolar se ha centrado en la figura del director/a, aunque cada vez son más frecuentes los estudios que priorizan caracterizar a los roles “intermedios” en las escuelas, que, sin estar a cargo del establecimiento en su totalidad, tienen funciones que trascienden a la docencia en el aula. La investigación ha denominado a este grupo como “middle leaders” o “líderes intermedios” (o “líderes medios”, como también se reconocen en Chile). El estudio de este grupo se ha centrado en caracterizaciones preeminentemente descriptivas, principalmente mediante la metodología del estudio de casos. Por otro lado, se conocen pocos instrumentos que permitan obtener información cuantitativa sobre el liderazgo intermedio. Uno de ellos es el cuestionario elaborado por Highfield en Nueva Zelanda y publicado en 2012, cuyo propósito es medir el efecto del liderazgo de las y los jefes de departamento. Hasta hace poco, el instrumento estaba disponible únicamente en idioma inglés, por lo que existían evidentes limitaciones para ser aplicado en poblaciones de habla hispana, como Latinoamérica. 

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En este contexto, el estudio de Ricardo Sepúlveda, docente del programa de Magíster en Educación UC, Paulo Volante, director del Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar, y Maximiliano Montenegro, académico de la Universidad de la Serena, tuvo como objetivo reportar el proceso de validación en Chile del cuestionario de liderazgo intermedio de Highfield. Además, buscó caracterizar diferentes prácticas de las y los líderes “intermedios” que inciden en el logro escolar, esperando aportar a una mejor comprensión del rol y de su influencia. Para ello, el equipo siguió un proceso que incluyó la traducción del instrumento y una validación estadística en una muestra de 402 docentes del sistema escolar nacional.

En su versión original en inglés, la escala se compone de 34 ítems que describen prácticas de liderazgo posibles de observar en un departamento de asignatura. Estas fueron extraídas a partir de la evidencia sobre liderazgo escolar en general, y, en específico, sobre liderazgo intermedio. Los ítems se agrupan en cinco dimensiones:

    • Ambiente de trabajo colegiado (D1), que incluye el apoyo entre compañeros/as de trabajo, las relaciones colaborativas, la toma de decisiones y discusiones participativas, en un entorno propicio para el trabajo en equipo.
    • Foco en los resultados académicos de los alumnos (D2), que evalúa la existencia de metas surgidas a partir del análisis y la discusión de datos, y la recolección de información clave para la planificación, coordinación y evaluación de la enseñanza y el currículum.
    • Gestión de recursos (D3), relacionada al acceso equitativo a los recursos, con foco en la promoción del aprendizaje de las y los estudiantes.
    • Metas y expectativas (D4), que indaga si existe coherencia entre los objetivos de la escuela y los que se establecen a nivel de departamento.
    • Ambiente positivo de aprendizaje para alumnos y profesores (D5), indaga en condiciones que facilitan el logro de objetivos, incluyendo aspectos como el desarrollo profesional docente, el cuidado del orden y disciplina en las aulas, y la promoción de la justicia social.

Luego de contar con la autorización del autor del instrumento, una primera fase de la validación consistió en traducirlo desde el inglés al español, realizando en un siguiente paso una traducción inversa al inglés, que permitió visualizar posibles discrepancias entre el instrumento original y el instrumento adaptado al español. A continuación, se realizó una revisión de la versión final de la traducción mediante un panel de expertos, con lo que se obtuvo la versión en español a ser testeada.

La versión en español del cuestionario fue aplicada a una muestra de 402 docentes del sistema escolar chileno, a quienes se les solicitó evaluar el trabajo en su departamento y, en particular, la gestión de su jefe/a de departamento. Del grupo total, 186 eran profesores de Lenguaje y 226 de Matemática, pertenecientes a 41 establecimientos públicos y privados de la Región Metropolitana. El análisis de los datos (Análisis Factorial Confirmatorio, CFA) mostró mejores ajustes al reducir los 34 ítems originales a 28, agrupándolos en 4 dimensiones (en vez de las 5 originales). Esta nueva versión mostró niveles aceptables de validez (CFI=.90; TLI=.90; RMSEA=.079; SRMR=.051) y confiabilidad (Alfa de Cronbach=.96).

Las dimensiones de esta versión fueron: (1) establecer metas y expectativas, que vincula el establecimiento de metas a nivel de departamento con aquellas a nivel de escuela, lo que contribuye a generar una visión compartida, y así concentrar esfuerzos y movilizar al equipo docente. (2) Manejo de recursos, que describe la adecuada gestión de recursos, priorizando el aprendizaje de las y los estudiantes. (3) Foco en la enseñanza y aprendizaje, que incluye prácticas de liderazgo centradas en la mejora pedagógica. A diferencia de la versión original del instrumento, que separa las dimensiones “Foco en los resultados académicos de los alumnos” y “Ambiente positivo de aprendizaje para alumnos y profesores”, la nueva estructura se ajusta más a una visión del liderazgo instruccional, cuyo foco de influencia está en lo pedagógico. Y (4) trabajo colaborativo, que se relaciona con el favorecimiento de un entorno de trabajo colegiado y de mutua ayuda. Para promover este tipo de ambiente colaborativo, es esencial gestionar las emociones y construir relaciones de confianza.

De esto se puede desprender que la muestra de docentes del estudio reconoce cuatro dimensiones diferenciadas entre sí, en contraste con las cinco reportadas en el estudio original de Highfield (desarrollado en Nueva Zelanda). De esta forma, el instrumento adaptado propone una dimensión que releva el foco instruccional de manera mucho más visible. Otro aspecto importante es que, en ambos estudios, tanto en el de Chile como el de Nueva Zelanda, “Metas y Expectativas” y “Manejo de Recursos”, son las dimensiones con los mayores promedios, lo que revela que en ambos contextos el grupo de docentes percibe que sus jefes de departamentos son capaces de comunicar una visión común y dar soporte a las tareas de enseñanza.

En conclusión, el instrumento validado permite identificar distintas prácticas de liderazgo implementadas por líderes intermedios, específicamente por jefes de departamento. En ese sentido, constituye un apoyo significativo a futuros estudios de tipo cuantitativo. Su contribución permitirá comprender la influencia de este tipo de líderes, identificar nudos críticos en su gestión y reflexionar sobre los procesos de mejora focalizados en la enseñanza y el aprendizaje de estudiantes y profesores.

 

Texto adaptado por Claudia Llorente y Paulo Volante desde:

Sepúlveda, R., Volante, P., & Montenegro, M. (2022). Validación de un cuestionario de liderazgo intermedio para profesores responsables de un departamento didáctico. Revista Complutense de Educación, 33(3), 435-445. https://doi.org/10.5209/rced.74479