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Desafiando a la Formación de Lideres Escolares: ¿Cómo acercarnos a la praxis?

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El estudio realizado por Stephan Huber encontró una consideración fundamental en algunos programas de formación docente: la idea de una nueva concepción de la escuela. Tal como ha habido cambios en la sociedad y en la economía, también los hay en el sistema escolar: la escuelas se han convertido en “escuelas que aprenden” en dos sentidos. Además de promover los procesos de aprendizaje de los individuos, la organización por entero tiene que aprender, lo que significa, que necesita flexibilidad para adaptarse a los desarrollos sociales, económicos y culturales, y eventualmente precederlos, pero además contrarrestar los problemas que resultan de estos.

El principio que dice que “la escuela tiene que ser un modelo de lo que se enseña” ha tenido consecuencias para el desarrollo del liderazgo escolar. El entrenamiento y desarrollo de líderes tiene que basarse en una clara concepción de los propósitos de la educación en general y en los procesos de enseñanza y aprendizaje de la escuela en participar. Esta idea tiene que dar forma a los programas en cuanto a sus contenidos, métodos, y patrones en términos de horario.

Si el objetivo descrito anteriormente se quiere llevar a la práctica, los líderes escolares tienen que estar calificados para entender tanto la complejidad del sistema como los diferentes individuos y grupos implicados, así como también las relaciones interactivas y colaborativas entre ellos. Adicionalmente, los líderes escolares necesitan ser capaces de desarrollar relaciones influyentes para “liderar” proactivamente. Más allá aún, necesitan estar familiarizados con las potenciales “piedras de tope” con las que puedan encontrarse, y como esos obstáculos pueden convertirse en desafíos que pueden ser superados. Los líderes escolares tienen que estar calificados para intervenir apropiadamente cuando situaciones como esas ocurran. El liderazgo escolar debe dar forma a la escuela de una forma en que los líderes que trabajan en ella puedan ser más efectivos al apoyar a sus estudiantes a alcanzar mejores resultados de aprendizaje. Por lo tanto, el líder escolar se convierte en un facilitar del cambio y en alguien que apoya de manera efectiva a los profesores en su trabajo con los estudiantes. Esto requiere reflexionar sobre el rol, la función y los objetivos de la escuela, y consecuentemente, en el rol, la función y los objetivos de una apropiada dirección y liderazgo.

 

Educación organizacional

Una conexión consistente entre la acción educacional y la organización que tome en cuenta ambos puntos de vista implicaría una fuerte conexión entre los objetivos de ambas partes. Los programas de desarrollo para líderes escolares, entonces, requieren un ajuste de objetivos en distintos niveles. La primera pregunta sería: ¿Cuáles son los objetivos principales de la educación? De ellos se pueden desprender los correspondientes objetivos para las escuelas y la escolarización en general: ¿Cuáles son los objetivos de la escuela y cuáles son los objetivos de los procesos de enseñanza y aprendizaje?. Considerando la perspectiva del nuevo campo de “educación organizacional”, uno debería preguntar: ¿Cómo necesita ser diseñada y desarrollada la organización escolar para crear las mejores condiciones posibles para convertirse en un entorno educacionalmente significativo? Esto a su vez permitiría que la no solo la enseñanza y el aprendizaje efectivos tomaran lugar, sino también aquellos procesos educacionales en un sentido holístico, de manera de permitir alcanzar los objetivos de la escuela.

Más allá, si las escuelas son consideradas organizaciones de aprendizaje, esto implica que sus involucrados están empoderados y trabajan juntos colaborativamente. El liderazgo consiste en empoderar a otros como compañeros viables en el ejercicio del liderazgo. Algunos investigadores llaman a esto “liderazgo cooperativo” o “liderazgo democrático”. Otros conceptos que han emergido son “administración organizacional-educacional” (Rosenbusch, 1997), “liderazgo post-transformacional” (West et al., 2000) o la “aproximación integrativa al liderazgo”, definida por Huber (2004), enfocada en el propósito central de la escuela y ajusta el liderazgo escolar a los objetivos de la escuela, integrando los diferentes roles y expectativas, pero también enfatizando el empoderamiento de los distintos participantes.

En un mundo de valores que cambian y que además incluyen un amplio espectro, el desarrollo del liderazgo escolar no debería ser sujeto de un paradigma tecnocrático, sino que debería basarse en un paradigma valórico. Un entendimiento más amplio del liderazgo incluye las dimensiones morales y políticas. El liderazgo en una sociedad democrática está arraigado en los valores democráticos tales como la igualdad, la justicia, el bienestar, el cuidado y el uso reflexivo del poder.

 

Desarrollo del liderazgo

El liderazgo siempre implica influir en otros. Es esencial hacer que los participantes de programas de desarrollo sean sensibles a esta consideración. Deberían cultivar la conciencia sobre la importancia de lidiar responsable y cuidadosamente con el poder. Su objetivo educacional es que los estudiantes desarrollen un pensamiento independiente y responsable tanto individual como socialmente. Los principios como la autonomía, el respeto por uno mismo y por otros y la cooperación también juegan un rol importante, tanto como en los procesos de aprendizaje adulto y de liderazgo en general.

Un líder debería ser capaz de reflexionar sobre sus propios valores en general y sobre sus valores educativos en particular. Al final, debería ser capaz de “desarrollarse” en lugar de simplemente “amoldarse” para cumplir exitosamente con un determinado rol. Además, tiene que legitimar su liderazgo en la sociedad y sobre todo con aquellos que están siendo "liderados". El poder debe ser manejado con cuidado, y es importante mantener el equilibrio entre la influencia y la confianza. Los principios fundamentales de la educación en las escuelas tienen que ser respetados: alentar la madurez cuando se trata de los estudiantes, profesores y padres de familia; practicar la aceptación de uno mismo y de los demás, apoyar la autonomía y la cooperación. Un programa de desarrollo del liderazgo tendría que estar alineado a estas creencias.

 

Traducido y adaptado desde: Huber, S.G. (2004), “School leadership and leadership development”. Journal of Educatinal Administration, 42(6), 669-684.