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Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar

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Redes para el desarrollo profesional docente

El desarrollo profesional docente no es solo responsabilidad del estado o de las organizaciones, también es importante la autonomía y el desarrollo individual de los profesionales dentro de los establecimientos educacionales, así como también se enmarca dentro de la función desarrolladora de los líderes escolares.

De acuerdo a lo reportado en los boletines pasados, Más allá del desarrollo profesional docente y Creando tiempo para el aprendizaje profesional y a evidencia como la de Hattie (2009), conocemos cuáles son las prácticas que se realizan en los países que han tenido más éxito desarrollando a sus profesores. Se sabe que algunas de las iniciativas más efectivas en el desarrollo profesional docente son la autoevaluación, la observación y retroalimentación entre pares, la investigación personal y la participación en Comunidades de Aprendizaje Profesional centradas en la experiencia y en los resultados de aprendizaje de los estudiantes.

En esta ocasión compartimos algunas de las reflexiones del profesor Michael Johanek, Director del Mid-Career Doctoral Program in Educational Leadership Graduate School of Education de la Universidad de Pensilvania sobre el desarrollo profesional docente, a nivel individual y entre pares. Concretamente se sugieren dos vías para mejorar las prácticas cotidianas de manera autónoma, en el sentido de lograr una “autocapacitación”. La primera tiene que ver con la revisión de estándares de liderazgo, y la siguiente, con la adopción de una postura de indagación.

La primera postura implica conocer los estándares y destrezas que es necesario desarrollar en el cargo en que uno actualmente se encuentra. En Chile, existen dos marcos de referencia centrales: el Marco de la Buena Enseñanza y de la Buena Dirección, que muestran competencias clave sobre las cuales desarrollar la práctica al interior de las escuelas. Podemos soñarnos en base a esos estándares, pero sin embargo el verdadero desafío es qué hacer diariamente para cumplirlos, cómo traducirlo en la propia práctica diaria. Para esto, es necesario desarrollar un juicio básico: qué estándar desarrollar y en qué momento.

La segunda postura tiene que ver justamente con desarrollar este juicio: un líder escolar encara aproximadamente 400 decisiones al día. ¿Cómo es posible afinar la capacidad para tomar tantas decisiones, desde las más cotidianas a las más complejas? El profesor Johanek sugiere una vía: darse el tiempo para poder mirar una determinada situación específica desde distintos ángulos, como observando las “capas” que la componen y reflexionando cómo se afrontaría cada una, desde la dimensión más directa, la de la enseñanza y el aprendizaje, luego la de la organización, y finalmente, la del contexto o la comunidad, en sus distintos niveles. Para ello, una práctica útil es la revisión y discusión grupal de casos, incluso extraídos de la propia organización.

Ahora, después de pensar en cómo “autocapacitarse” cabe preguntarse ¿cuáles son las oportunidades que tenemos o que damos para al equipo docente para reflexionar sobre la práctica, para tomar la iniciativa y cooperar con los pares en iniciativas de desarrollo profesional? En el fondo, más allá del ejercicio individual, cómo direccionar los esfuerzos hacia un desarrollo colectivo como organización?

En ese sentido, más allá de los –valiosos- esfuerzos individuales que cada docente y directivo pueda realizar para mejorar su praxis al interior de la organización, es clave plantearse cómo sistematizar las iniciativas de cada uno, articularlas y alinearlas, incentivando un verdadero desarrollo profesional docente. Para ello, no solo es importante realizar esfuerzos e iniciativas aisladas en el tiempo o en sus temáticas, sino que más bien es necesario planificar desde el nivel estratégico, alineado con las metas de la organización. Es decir, si la meta de la escuela está puesta en la enseñanza y en el aprendizaje de los estudiantes, preguntarse qué es lo que se puede hacer para desarrollar a los profesores y líderes, de modo que todos puedan reflejar en su práctica cotidiana los objetivos comunes definidos previamente.

Al plantear el desarrollo profesional docente dentro de la estrategia de la organización, se aseguran dos elementos clave: tiempo –y por ende participación- y recursos especialmente destinados para las actividades que se decidan realizar. Ya se mencionó en los párrafos anteriores la discusión en torno a la toma de decisiones cotidianas. Sin embargo, para que una iniciativa como esa logre resultados, es clave que se aseguren espacios protegidos y que se diseñen actividades que permitan un verdadero intercambio de experiencias en torno a objetivos relevantes para la organización.

Como parte de este anhelo por el desarrollo profesional es que nacen las Comunidades de Aprendizaje Profesional. Estas, más que una reunión para intercambiar opiniones o materiales, consisten en una profundización sobre la práctica de la enseñanza, como una estrategia planificada y potenciada a nivel de escuela. Pese a que no existe un modelo único para ejercer la práctica de estas comunidades, sí se encuentran semejanzas. En la figura se muestra cómo se desarrollan las comunidades de aprendizaje en tres de los sistemas más exitosos en cuanto a su desarrollo profesional:

En este contexto y ante esta necesidad de crear redes de aprendizaje profesional, el profesor Mike Johanek (en imagen) de la Graduate School of Education de la Universidad de Pensilvania en conjunto con el Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se encuentran actualmente impulsando la Red Interamericana de Liderazgo Escolar (RILE). A través de distintas oportunidades y recursos presenciales y virtuales, se busca estimular a los líderes, docentes y directivos a intercambiar prácticas y reflexionar en conjunto sobre sus iniciativas de mejora escolar.

Una práctica concreta de Desarrollo Profesional entre pares es el intercambio de experiencias enfocadas en la toma de decisiones situada y en diferentes contextos. Como remarca el profesor Johanek, esto no es otra cosa que la reflexión conjunta y sistemática sobre la toma de decisiones de una persona o de los miembros de una organización con respecto a un objetivo relevante. Es en este marco que surgen iniciativas como EdCamp, que busca que líderes y docentes puedan formar redes entre pares, con el fin de compartir sus experiencias y discutir en torno a temas que les son relevantes. En el fondo, lo que se busca es facilitar encuentros que incluso pueden ser replicados al interior de las propias escuelas, siempre de manera planificada y tratando temas que se alineen con el objetivo primordial de la escuela: la enseñanza y el aprendizaje.

Como ya se mencionó, todas estas oportunidades de formación e investigación no lograrán tener efecto en el sistema y en la experiencia de los líderes, docentes y directivos si no se instalan sistemáticamente en los planes estratégicos y en la rutina de las organizaciones. Hoy en día existe la clara convicción que el desarrollo profesional de los profesores es un activo clave para potenciar el liderazgo en las organizaciones escolares. Actualmente, gobiernos e investigadores proveen recursos y evidencia para ir en esa dirección. Por otra parte, la experiencia cotidiana y los cientos de decisiones que se toman a diario en diferentes contextos son una fuente inmensa de aprendizaje y una posibilidad de transferir buenas prácticas y conocimiento especifico en este campo.