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Mejora Escolar desde la base del sistema

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El siguiente artículo, escrito por Paulo Volante, Director Académico del Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar UC, señala que por definición, un proyecto de mejora corresponde a una iniciativa que pretende modificar una situación actual para obtener un futuro deseado. En este sentido, independiente del formato que el proyecto tenga -por ejemplo el de un PME o de una iniciativa de mejoramiento continuo-, es un conjunto de decisiones que intentan intervenir un curso de acción para obtener resultados esperados. Un proyecto tiene un inicio y un fin: son iniciativas acotadas, que no necesariamente reemplazan procesos regulares o rutinas permanentes de la organización escolar. Entonces, un proyecto es realizado para hacer que las cosas sucedan, o en otras palabras, para movilizar procesos o impulsar el cambio. Se puede decir que un proyecto involucra el liderazgo cuando se requiere que la acción suceda a través de otras personas. Es decir, el liderazgo aparece cuando se distribuyen capacidades al interior de la organización, o de otro modo, cuando diferentes agentes participan de la iniciativa de mejora, compartiendo objetivos y asumiendo acciones sinérgicas entre ellos.

El Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar, en más de cinco años de trabajo permanente en las áreas de formación, investigación y transferencia, ha tenido como uno de sus temas centrales la definición de iniciativas de mejora por parte de directivos, profesores y líderes escolares. A través de distintas instancias de formación (cursos, asesorías, diplomados, magíster), se ha logrado favorecer el diseño de más de dos mil proyectos, los cuales han alcanzado distintos niveles de implementación. Se ha visto que solo un porcentaje menor ha llegado a concretarse de manera completa en los establecimientos, y por ello cabe preguntarse cuáles son y qué características tienen los que logran traspasar el nivel del diseño para comenzar a ponerse en práctica. Desde el PADLE UC se ha visto que los proyectos que logran más alto grado de avance comparten algunos elementos: han sido pensados desde su origen de un modo simple y directo, apuntan a variables clave, siempre se concentran en factores controlables por los ejecutores del proyecto, y proponen una cantidad limitada de metas e indicadores de evaluación. A su vez, todos ellos proponen un efecto sustantivo en la calidad de la enseñanza, del aprendizaje o de las condiciones organizacionales que favorecen la experiencia educativa.

En los distintos programas de formación y actividades de apoyo a líderes realizadas a lo largo del país, hemos descubierto que existen dos grandes ámbitos o procesos en los cuales es posible dividir las decisiones centrales de un proyecto de mejora escolar. En primer lugar, están aquellas decisiones que apuntan a la parte inicial del proyecto, es decir, a la lectura de la situación actual y la definición de una situación esperada: esto incluye el diagnóstico de la organización y del contexto específico en que se va a trabajar, el levantamiento de oportunidades de mejora, la definición del problema a abordar y de la situación deseada, concretada a través de un propósito, objetivos y metas. El segundo proceso incluye la elaboración del plan de acción, sin duda la parte más sustantiva de un proyecto, junto con sus indicadores de evaluación. De esta manera, se establece un ciclo conformado por cuatro fases (ver figura) agrupadas en dos procesos, las cuales necesariamente dialogan entre sí.

Una reciente investigación producida en el marco del programa llegó a dos conclusiones importantes con respecto a la elaboración de proyectos de mejora. En primer lugar, demostró la relevancia de la definición de objetivos de trabajo, de un plan de acción y de indicadores de logro. En segundo lugar, constató que el ámbito en que los profesores y líderes escolares parecen estar más preparados es en la elaboración de diagnósticos y en el planteamiento de objetivos, por sobre el diseño de acciones y de indicadores de verificación o control de gestión. Es decir, es en el primero de los ámbitos mencionados en el párrafo anterior donde parece concentrarse la calidad del proyecto, en desmedro de la segunda parte. En ese sentido, y con el fin de movilizar capacidades, los esfuerzos del programa cada vez se enfocan más en proveer oportunidades de aprendizaje profesional y herramientas que permitan a los profesores y líderes implementar acciones y comprobar y predecir el logro de resultados deseados, avanzando un paso más allá desde los procesos de diagnóstico y establecimiento de objetivos y metas. Se espera que sean capaces de diseñar –e implementar- acciones de mejora coherentes con las fases previas del proyecto, que tengan un impacto real en sus comunidades de aprendizaje y que a la vez sean capaces de evaluar si están cumpliendo los objetivos que habían definido inicialmente.

Es posible percibir la gran necesidad de formación específica que tienen los equipos directivos que impacte en su capacidad para diseñar e implementar acciones consistentes, focalizadas y que sean de alto impacto en sus organizaciones. Se espera que sus proyectos de mejora logren cambios en las prácticas de enseñanza y finalmente, en la mejora de la experiencia escolar de los estudiantes. Sin embargo es muy importante no solo que sean capaces de elaborar diagnósticos y propósitos de mejora, sino también llegar a una fase en que se pueda comprender de manera clara y precisa el cómo se hará para alcanzarlo, es decir, cuáles serán las estrategias específicas para lograr la situación deseada.

Otro elemento que se desprende de la investigación realizada por el programa es que en la fase actual de elaboración de proyectos en el país, uno de los principales problemas percibidos en las comunidades escolares tiene que ver con la necesidad de modificar prácticas de enseñanza en la sala de clases y, por sobre todo, lograr mejores aprendizajes en los estudiantes que se reflejen en sus resultados (ver gráfico). Para ello, los equipos directivos se encuentran con el desafío de comprobar cuáles son sus capacidades y recursos actuales, y cuáles son los que necesitan en sus organizaciones para alcanzar el futuro que determinaron como deseado.

En términos del fin de los proyectos de mejora, si bien la mayor parte de los que surgen bajo el alero del PADLE UC se enfoca en la mejora de resultados de aprendizaje, parece oportuno recomendar la necesidad de ampliar la mirada: poder también abarcar ámbitos relacionados por ejemplo con la calidad docente, con el desarrollo profesional al interior de las organizaciones educativas -ya hemos hablado en distintas ocasiones de la relevancia de estas prácticas- y en general, con las condiciones de las escuelas que pueden tener un efecto específico en la mejora de los resultados de aprendizaje. Esto, independiente del medio de verificación que se utilice, ya sean pruebas nacionales, corporativas o mediciones a nivel de establecimiento. Finalmente, es importante recordar algunos de los factores clave para el éxito de un proyecto de mejora, o de cualquier iniciativa en el marco de una organización escolar: foco claro, que en este caso está puesto en aprendizaje. Coherencia a lo largo del desarrollo de todas las etapas que dan forma a la iniciativa, y plantear una iniciativa que represente un desafío, manteniendo a la vez altas expectativas en su cumplimiento.

 

Referencias

Volante, P. (2015). Gestión de mejora en escuelas con sello católico. En Imbarack, P. (Ed.) Educación Católica en Chile: Perspectivas, aportes y tensiones. Santiago, Chile: Ediciones Universidad Católica.