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Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar

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Propósitos y efectos del desarrollo del liderazgo escolar

La formación, junto con la investigación y transferencia, es uno de los ejes centrales del trabajo realizado por el Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Educacional. Dentro de este primer ámbito, el Diplomado en Gestión Directiva de Organizaciones Escolares ha sido uno de sus programas de mayor tradición, habiendo reunido a más de 1400 participantes a lo largo los últimos años. El día sábado 21 de abril se inició la versión número 10, reuniendo a más de 85 profesores, directores y directivos de todo el país, y destacando la presencia de profesionales provenientes de la Corporación Municipal de Pozo Almonte y del Instituto Abdón Cifuentes, de San Felipe.

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De la jornada de inicio del Diplomado, rescatamos algunas de las ideas expuestas por el profesor Paulo Volante, jefe del Programa, quien valora la idea del liderazgo escolar como una influencia centrada en la enseñanza y el aprendizaje. El liderazgo educacional, cuyo estudio estuvo inicialmente limitado a la labor de los directores, se ha ido comprendiendo paulatinamente como una labor en que también están incluidos otros miembros de la organización, como los jefes de UTP (denominación local para los líderes académicos), jefes de área o los jefes de ciclo –lo que entendemos como líderes intermedios- y por supuesto a los mismos profesores desde las salas de clases, como cuando asumen responsabilidades en proyectos o labores específicas.

En Chile, la investigación sobre liderazgo escolar ha sido un importante foco de producción académica, quizás siendo una de las áreas más exploradas dentro del ámbito educativo. En revistas internacionales, es posible ver un alza de publicaciones en el área en los últimos años, así como también gran interés a nivel de estudiantes de postgrado. Este “auge” de la investigación además parece tener un correlato en la práctica: cada vez se implementan más iniciativas de mejora a nivel de equipos de liderazgo. Por ejemplo, ya no es extraño hablar de “comunidades profesionales de aprendizaje” al interior de las escuelas y cada vez es más común el establecimiento de prácticas de observación y retroalimentación o de colaboración. En general, se trata de iniciativas que comprenden el liderazgo como una influencia colectiva y distribuida. Por ejemplo, en el Programa Avanzado en Dirección y Liderazgo Escolar desarrollamos el proyecto de Equipos de Liderazgo Instruccional, donde más que  promover esta perspectiva se enfatizan los efectos del liderazgo en la práctica. 

La investigación y la literatura han dotado al liderazgo instruccional de un cuerpo teórico guiado por la evidencia. Sabemos qué buenas prácticas parecen funcionar mejor al interior de las escuelas (V. Robinson, por ejemplo, destaca el establecer metas, gestionar los recursos, involucrarse en la coordinación de la enseñanza y el curriculum, promover y participar en el aprendizaje profesional de los profesores, y asegurar un ambiente ordenado y apoyador), por lo que se requieren directores y líderes escolares comprometidos y enfocados en el mejoramiento de su propio desempeño y en el perfeccionamiento de las capacidades de sus colaboradores.  

En este sentido, el trabajo de los líderes escolares y docentes sin duda es un desafío diario, pero existen algunos cimientos sobre los cuales sustentar sus efectos. Uno de ellos es el liderazgo centrado en la enseñanza y el aprendizaje. La investigación es clara al decir que entre más cerca estén los directores y directivos a los procesos de influencia instruccional, habrá más probabilidad de éxito en la mejora de la práctica de sus profesores y una mayor mejora en el aprendizaje. En ese sentido, es clave que los líderes se mantengan cercanos a las decisiones académicas, que vuelvan a las salas de clases, que empoderen a sus equipos, para que también podamos hablar de líderes docentes, es decir profesores que entienden que su tarea en la sala de clases no es solo individual, sino que es organizacional y colectiva.

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En esta línea, el aprendizaje de los estudiantes es un compromiso institucional, de la escuela en su conjunto. No solo es un compromiso para su profesor de aula, sino para la organización. Para un colegio, el logro de sus estudiantes es una prioridad. Para un niño, es muy necesario contar con experiencias de éxito: a nivel psicológico, es clave en el desarrollo de la autoestima y de la autoeficacia, así como en la mantención de su motivación. Para los docentes, es clave ayudarlos a comprender en qué consiste ese éxito, que seguramente tiene diferentes formas de expresarse. Una de ellas es el logro académico, que tiene importantes consecuencias en la trayectoria de una persona, y que puede explicar variables clave a futuro. Otro ámbito importante tiene que ver con el desarrollo de habilidades no cognitivas como las de colaboración o las relacionales. En ese sentido, lo cognitivo y lo no cognitivo no son ámbitos contrapuestos, sino que es posible potenciar ambos a nivel de la gestión de un establecimiento. Para un equipo directivo también es importante definir qué es lo que van a considerar como éxito: cuáles serán los propósitos, objetivos y metas que van a perseguir. Y es importante aclarar que el éxito no siempre va asociado a la idea de competencia y “ganar” a otro: el logro también puede ser colectivo, alcanzado a través de iniciativas de colaboración que se mantienen por medio del compromiso por alcanzar una mejora conjunta.

El éxito organizacional también se logra cuando el equipo trabaja de manera conjunta hacia los propósitos definidos como prioritarios. La organización educativa está llamada a alinear a sus miembros y a desarrollar sobre ellos altas expectativas. Es decir, una tarea de los líderes es esperar lo máximo de su equipo, pero a la vez es un deber apoyarlos individual y colectivamente. De eso se trata el liderazgo instruccional. Entonces, los líderes establecen metas, asignan recursos, gestionan, evalúan, desarrollan a sus profesores, se encargan de estar cerca del curriculum y de generar un entendimiento compartido de lo que significa que los estudiantes aprendan, pero ¿por qué es importante influir en la enseñanza y el aprendizaje? La respuesta es clara: creemos que es uno de los bienes sociales, uno de los bienes públicos y uno de los bienes privados de las personas que más contribuye al desarrollo de los individuos, de los países y de la cultura. Por eso estamos agradecidos de participar de este campo que entrega lo más potente a las personas: les entrega su capacidad de agencia, su capacidad de tomar la iniciativa, su capacidad de crear y su capacidad de aportar en la sociedad.