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Reconociendo prácticas que impactan en el aprendizaje de los estudiantes

Viviane Robinson (Universidad de Auckland, Nueva Zelanda) es una de las investigadoras más destacadas a nivel mundial en el área del liderazgo. Uno de sus focos centrales ha sido vincular prácticas directivas con resultados de aprendizaje de los estudiantes, habiendo desarrollado el año 2008 un modelo que da cuenta del efecto de 5 prácticas centrales ejercidas por los directores: establecer metas y expectativas; manejo estratégico de recursos; planificación, coordinación y evaluación de la enseñanza y el curriculum; promoción y participación en el aprendizaje de los profesores y su desarrollo profesional y por último, asegurar un ambiente ordenado y apoyador. Con ocasión de los 10 años de este estudio, realizó junto a Emma Gray una actualización del modelo, buscando dar énfasis al impacto a nivel de resultados.

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Estudiar los efectos del liderazgo escolar no ha sido sencillo: en primer lugar, realizar una recolección de datos confiable (por ejemplo, basada en la observación más que en el auto-reporte), representa altos niveles de dificultad y costos. Una segunda razón es que el liderazgo tiene un efecto indirecto en el aprendizaje de los estudiantes, por lo que sigue siendo un desafío construir modelos que den cuenta de las diversas formas en que se concreta esta influencia. Una tercera razón es que las iniciativas desarrolladas por los directores usualmente toman tiempo en lograr efectos que sean medibles y atribuibles a estos cambios. Pese a todas estas dificultades, se han demostrado los efectos del liderazgo escolar, aunque aún no es del claro cómo.

El rol de los directores escolares tiene varios focos, es altamente demandante y presionado por el tiempo. Por ello, es clave que prioricen aquellas prácticas que producen mayor impacto en el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes. La premisa de las autoras es que las escuelas con buenos resultados ponen mayor énfasis en la mejora de la enseñanza y el aprendizaje, a través del establecimiento de objetivos y de declaraciones sobre la calidad esperada, de la asignación estratégica de recursos en las prioridades declaradas y asegurando la calidad de la enseñanza. Para asegurar la calidad, los líderes y sus profesores necesitan reforzar sus propios aprendizajes, con el fin de alcanzar los objetivos prioritarios. Los líderes e las escuelas de mejores resultados no solo organizan oportunidades de aprendizaje profesional para sus directores, sino que también suelen liderarlas. Todo esto, se basa en la premisa de que el liderazgo está centrado en los estudiantes. A continuación, se explican las 5 dimensiones revisadas, que incorporan evidencia de los últimos 10 años.

Dimensión 1 - Establecer objetivos y expectativas: incluye qué objetivos establecer, lograr que los responsables de lograrlos se comprometan, y comunicarlos. El establecimiento de objetivos no puede separarse de las relaciones: un director puede definir metas, pero estas no se cumplirán a menos que motive a las personas necesarias para lograrlas. En promedio, esta dimensión del liderazgo tiene un efecto de pequeño a moderado en los estudiantes. Funciona de manera indirecta, enfocando y coordinando el trabajo del equipo y relevando el aprendizaje y logro de los estudiantes.

Dimensión 2 – Asignación estratégica de recursos: los líderes en escuelas de alto desempeño asignan recursos (dinero, tiempo, materiales y experticia), priorizando los logros clave. No se trata de cuántos recursos están disponibles, sino de cómo usarlos para aumentar las chances de alcanzar las metas. Para ello, existen dos elementos claves, la coordinación y el alineamiento. Esto implica tomar decisiones –a veces difíciles- en función de los objetivos establecidos previamente

Dimensión 3 – Asegurar la calidad de la enseñanza: la nueva forma de entender la dimensión se enfoca en tres prácticas:

    • Desarrollar un marco instruccional coherente, es decir donde el curriculum se asocie a las estrategias de enseñanza y las evaluaciones estén coordinadas dentro y entre los niveles, de modo de asegurar una progresión en el aprendizaje.
    • Monitoreo y uso de evidencia sobre los logros de los estudiantes. De este modo, es importante que los líderes escolares propicien una cultura de uso de datos y de apertura de la práctica docente al escrutinio público, dando espacio para el desarrollo de la experticia y para compartir buenas prácticas.
    • Evaluar a los profesores y la enseñanza, basado en evidencia sobre el impacto del docente en los aprendizajes y bienestar de los estudiantes. Para ello, es importante desarrollar un proceso de supervisión continuo.

Dimensión 4 – Liderar el aprendizaje y desarrollo de los profesores: de acuerdo a la evidencia, los líderes escolares que se enfocan en esta práctica tienen más probabilidades de mejorar las prácticas de enseñanza y los logros escolares. Sin embargo, la efectividad de los programas de desarrollo profesional se incrementa si siguen algunas (o todas) de las siguientes características: se basan en evidencias sobre alguna necesidad de aprendizaje de los estudiantes, se centran en la relación entre la enseñanza y los resultados de aprendizaje, integran teoría y práctica, convocan a expertos externos a mostrar su experiencia y brindan múltiples oportunidades de aprendizaje.

Dimensión 5 – Asegurar un ambiente ordenado y seguro: se trata de crear un espacio físico y social que haga posible que los estudiantes se concentren, disfruten y tengan éxito en su aprendizaje. En general, las escuelas de alto desempeño se caracterizan por tener altas expectativas, rutinas disciplinarias claras y justas, y por altos niveles de confianza entre los estudiantes, profesores, líderes y apoderados. Si bien esta se trata de una dimensión con un efecto más bien limitado, es la que sienta las bases para desarrollar las demás, creando un clima propicio para el aprendizaje.

La revisión de las dimensiones de liderazgo sirve como una nueva caracterización de aquellas prácticas clave en la función directiva. Sin embargo, aún es necesario reunir mayor evidencia para confirmar si es que los tamaños del efecto señalados por Robinson el 2008 se mantienen, o si es que alguno de ellos ha variado, denotando un mayor o menor impacto. Con respecto a la investigación en liderazgo escolar, se plantea un nuevo desafío: ya no se trata de estudiar qué estilo de liderazgo es el más efectivo (por ejemplo si el transformacional o el instruccional), sino que es importante de comprender cuáles son las prácticas que potencian el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes, cómo se combinan e interactúan, así como también cuál es su propósito, frecuencia idónea y características específicas.

Traducido y adaptado por Claudia Llorente y Paulo Volante desde:

Robinson, V. & Gray, E. (2019). What difference does school leadership make to student outcomes? Journal of the Royal Society of New Zealand, DOI: 10.1080/03036758.2019.1582075