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¿Cómo implementar la colaboración efectiva?

La investigación en educación ha realizado diversos intentos por definir qué es la colaboración, cuáles son sus características y efectos y cómo potenciarla. Si bien hay avances en esta área, se trata de un campo de conocimiento que sigue en construcción.

En este escenario, el equipo liderado por Amy-Jane Griffiths (2021) condujo una revisión sistemática de la literatura, con el fin de identificar elementos clave que caracterizan a la colaboración y, así, construir un modelo para explicar cómo esta se conforma, cuáles son las bases para desarrollar relaciones colaborativas y cuáles son los elementos que ayudan a los equipos a colaborar de forma verdadera y efectiva. Para ello, la búsqueda inicial incluyó publicaciones en revistas científicas o libros académicos entre los años 1992 y 2017. No se ciñeron únicamente a estudios en el ámbito escolar, sino que, también, incluyeron el área educativa en un sentido más amplio e investigación en entornos comunitarios o de salud, pues pese a la diferencia en los contextos, la revisión les mostró que la colaboración posee elementos comunes, independiente del área en que se desarrolle.

Lo que los autores encontraron es que, pese a que existió variación en las definiciones de colaboración, también aparecieron muchos puntos de encuentro. En concreto, identificaron ocho componentes comunes que facilitaban la colaboración: la comunicación abierta, la confianza, el respeto mutuo, los objetivos compartidos, el entendimiento común, la responsabilidad compartida, la participación activa y la toma de decisiones compartida. En base a estos elementos, definieron colaboración como “un proceso complejo, construido sobre la confianza, la comunicación abierta y el respeto mutuo (construcción de relaciones), donde todos los miembros se enfocan en la responsabilidad y objetivos compartidos, logrando una comprensión común (valores compartidos), y que participan activamente con un sentido de responsabilidad compartida (compromiso activo) y toma de decisiones” (p. 64). Además, consideraron un noveno elemento adicional, que es la implementación de acciones.

La propuesta conceptual definida por los autores supone que la colaboración se construye en base a distintos “bloques” (cada uno de los componentes descritos previamente), que van superponiéndose, tal como se ve en la figura más abajo.

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 Fuente: Griffiths et al (2021)

Esta propuesta entiende la colaboración como un proceso dinámico y en el que confluyen distintos agentes, y que, además, enfatiza la interacción. Si bien los autores proponen que la colaboración va conformándose con bloques que se superponen -enfatizando la idea de que hay componentes que requieren ser desarrollados antes que otros-, también refuerzan que los procesos de colaboración son iterativos y que a veces será necesario “revisar” algunos de los componentes de niveles más basales. A continuación detallamos cuáles son los niveles:

    • Construcción de relaciones: antes de que un equipo pueda involucrarse en un proceso de colaboración y tomar decisiones compartidas, es importante poseer una base fuerte. Para ello, se describen componentes clave: la comunicación abierta, que ocurre cuando los miembros de un equipo pueden compartir sus ideas de forma cómoda, honesta, clara y efectiva. La comunicación puede ser de tipo formal e informal y los autores remarcan la importancia de establecer estrategias de comunicación y de resolución de problemas de forma temprana. Cuando los objetivos e ideas son comprendidas por todos, toda potencial confusión o conflicto puede ser discutido de forma abierta y productiva.

En segundo lugar, la confianza comienza a desarrollarse una vez que ya existe una buena comunicación. La confianza puede ser definida como la disposición a ponerse en una situación de vulnerabilidad, bajo la creencia de que no habrá efectos negativos. La confianza no es estática, sino que necesita tiempo para surgir y esfuerzos para conservarla en el tiempo. Normalmente se mantiene cuando existe la creencia de que todos están trabajando juntos por un objetivo común, cuando las conductas de los participantes son predecibles, confiables y consistentes, y, por tanto, es posible compartir ideas y opiniones sin miedo al juicio. Estas características fomentan la aparición del pensamiento creativo, de la innovación y el riesgo. En general, cuando los equipos poseen altos niveles de confianza y compromiso, existe un impacto positivo en el éxito de la escuela y de las y los estudiantes. En tercer lugar, el respeto mutuo también es un elemento clave en la construcción de relaciones, y ocurre cuando los miembros de los equipos valoran las habilidades, conocimientos y competencias de los otros participantes del grupo. Una característica de los equipos en que existe confianza, respeto y buena comunicación es que los conflictos son resueltos de manera productiva, lo que a su vez fortalece estos tres componentes.

    • Valores y creencias compartidos: a la base de toda colaboración existen objetivos compartidos, o al menos la percepción común de que existe un problema o una tarea que no puede ser resuelta de manera individual. Para desarrollar objetivos y metas compartidas, se espera que cada miembro del equipo aporte con ideas y, de esta manera, los objetivos son creados y acordados mutuamente. Al mismo tiempo, se espera que exista un entendimiento común entre todos los participantes que les permita alcanzar los objetivos propuestos, independiente de las diferencias en experiencia, conocimientos y habilidades. Por ejemplo, es clave que exista definición sobre cuáles serán las tareas y roles que desarrollará cada miembro del equipo.
    • Compromiso activo: una vez que se han construido relaciones en el equipo y que se ha desarrollado un entendimiento compartido, es necesario seguir avanzando. La responsabilidad compartida se basa en la idea de que cada miembro del equipo contribuye con su experticia al colectivo y, a la vez, cada uno tendrá una responsabilidad personal. Por otro lado, la participación activa va un paso más allá, y se produce cuando los miembros del equipo contribuyen de forma significativa, con un rol específico y aportando con recursos.
    • Esfuerzo colectivo colaborativo: el paso final incluye la toma de decisiones compartida, que, de acuerdo a la evidencia, debería ser implementada mediante procedimientos claros. Finalmente, la implementación efectiva es el último paso y quizás el más importante, e implica que el equipo es capaz de llevar a cabo el plan que se había diseñado previamente. Por ejemplo, mencionan la importancia de diseñar actividades a corto, mediano y largo plazo. Destacan también la participación de facilitadores, que serán quienes movilicen o monitoreen la implementación de los esfuerzos de colaboración.

El texto es un esfuerzo relevante por avanzar hacia una comprensión más extendida sobre cuáles son las bases que sustentan una colaboración efectiva. Si bien se aborda la colaboración en las escuelas en un sentido amplio, también es una base relevante para aquellas iniciativas de trabajo compartido centradas en mejorar la enseñanza de las y los profesores y el aprendizaje de sus estudiantes.

 

Texto traducido y editado por Claudia Llorente y Paulo Volante desde:

Griffiths, A. J., Alsip, J., Hart, S. R., Round, R. L., & Brady, J. (2021). Together we can do so much: A systematic review and conceptual framework of collaboration in schools. Canadian Journal of School Psychology, 0829573520915368.