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Gestión y desarrollo profesional
Por Maximiliano Hurtado, profesor del magíster en educación mención Dirección y liderazgo UC.
El motor de toda organización son las personas. Conseguir los objetivos que se definen depende de forma central en cómo quienes componen la organización se comprometen con ellos, se motivan y ponen su esfuerzo en conseguir esta meta. Existen muchas teorías de motivación que intentan explicar qué mueve al ser humano, las cuales coinciden en ciertos puntos: tener un sentido claro, apelar al amor propio y reconocer el trabajo bien hecho.
Estudios han mostrado que en instituciones escolares, el reconocimiento es una de las variables peor evaluadas dentro de los colegios chilenos (Majluf y Hurtado, 2008). El reconocimiento no es solo una cuestión monetaria: Felicitar públicamente a las personas, entregar nuevas responsabilidades, capacitar, son algunas estrategias efectivas en este ámbito.
El desarrollo de las personas es un deber de la organización y no debería depender de incentivos externos. Las personas siempre pueden aprender cosas nuevas, y hoy en día la actualización es una obligación. Las formas de aprender de los alumnos, los recursos disponibles, el acceso a la información y el cambio generacional configuran un escenario de actualización constante del que debemos hacernos cargo.
La forma de organizar el desarrollo profesional es clave; por ejemplo autores como Borko (2004) y Avalos (2007) encuentran evidencia de que estas actividades tienen efectos positivos cuando se focalizan en los contenidos de la enseñanza, generan un trabajo colaborativo y cuando la institución se compromete con el proceso y realiza un seguimiento a las actividades.
Un proceso colectivo
La colaboración entre pares es uno de los componentes principales en los programas de desarrollo profesional. Es relevante que los docentes compartan inquietudes y experiencias constantemente, así se generan comunidades de práctica que apoyan el cumplimiento de los objetivos de la institución. Relacionado con esto se encuentran las memorias que realizan profesores de mayor experiencia a quienes se están integrando al mundo docente, proceso clave también conocido como inducción.
La labor docente tiene un aspecto eminentemente práctico, que se va perfeccionado con la experiencia en el aula. En esa línea, en 2005 el MINEDUC conformó una comisión de trabajo cuyo objetivo era elaborar una propuesta de inducción a los profesores que se insertan en el sistema. Una de sus principales conclusiones apunta a la necesidad de que existan profesores especializados en mentorías.
Asimismo, la Pontificia Universidad Católica de Chile y el Centro de Perfeccionamiento Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) impulsaron la creación de una plataforma denominada http://videotecadocente.cl desde la cual los interesados acceden a videos y otros contenidos relacionados con buenas prácticas pedagógicas situadas en salas de clases chilenas. Esta herramienta permite la observación y análisis de la enseñanza en forma colectiva y facilita el carácter reflexivo de las conversaciones docentes, abriéndose un espacio para tomar contacto con las fortalezas y debilidades profesionales, la capacidad de escucha de los participantes y motivar el feedback entre pares.
Liderar el desarrollo Profesional
En este contexto el rol instruccional del director es fundamental, puesto que debe definir el rumbo de la organización y alinear las motivaciones de todos en pos de alcanzar estos objetivos. De esta forma, definir un buen proceso de inducción es un componente clave para que los docentes que se incorporan al establecimiento conozcan el proyecto educativo y puedan desempeñarse de mejor manera.
Actualmente el tema del desarrollo profesional ha estado en la discusión pública dado los lineamientos que se han conocido del nuevo plan de Carrera Docente. Una de las aristas de este proyecto tiene que ver con un Sistema de Promoción y Desarrollo Profesional, donde los docentes podrán ir avanzando tanto por su experiencia como por sus competencias y habilidades. Se espera que tengan movilidad, aspiren a mejores compensaciones y que esto impacte verdaderamente en la calidad de la enseñanza.
El desarrollo de los docentes es claramente uno de los puntos más importantes de la gestión de instituciones escolares. Los directivos deben tener la capacidad de controlar los aspectos formales: metodologías de desarrollo y programas de inducción. Pero también tienen que estar conscientes de que lo central es que el desarrollo profesional es una palanca de motivación y compromiso para alcanzar nuestro objetivo: que todos los niños pueden y deben aprender.
"Esta información fue publicada originalmente en el diario La Tercera el día 24 de Mayo de 2015, en el marco del Diplomado en Gestión Directiva de Organizaciones Escolares, VII versión, organizado en conjunto entre la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de Pensilvania y La Tercera".