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“INVESTIGACIÓN PROFESIONAL” PARA LA MEJORA ESCOLAR
La literatura en educación de los últimos años ha examinado el rol de aquellos profesionales que realizan investigación con el fin de mejorar su práctica e influir al impulsar cambios en sus escuelas u organizaciones educativas. Sin embargo, este rol ha sido poco estudiado en lo que refiere al campo del liderazgo educacional. En ese sentido, Chad Lochmiller y Jessica Nina Lester (2017) proponen el concepto de “profesional-investigador” para referirse a líderes educacionales, tanto en cargos formales como informales, incluyendo directores y directivos, jefes de departamento, coaches, jefes administrativos a nivel comunal, consultores y otros profesionales que trabajen directamente en la mejora de la enseñanza y de los aprendizajes en el contexto educativo. En segundo lugar, el énfasis de este tipo de investigación, apunta a objetivos de cambio, impacto y al aprendizaje profesional más que a obtener un título formal o grado académico. Por lo tanto, este tipo de investigación situada y orientada a la resolución de problemas ocurre a través de procesos formales y de actividades de tipo informal. Por ello, la práctica de lo que denominan “investigación profesional” implica una indagación sistemática acerca de un determinado problema de la práctica, que se relacione de alguna manera con la mejora de la enseñanza y de los aprendizajes de los estudiantes y el desarrollo de las organizaciones. En ese sentido, se busca conectar el trabajo cotidiano de los profesionales con un proceso sistemático de recolección, análisis y reporte de datos, con el fin de impactar positivamente en la experiencia escolar.
La pregunta que sigue es en qué se diferencia este perfil del “profesional-investigador” de una práctica o toma de decisiones basada en datos. La respuesta no es simple, y se puede argumentar que efectivamente existen similitudes, como la recolección de información para responder a una pregunta de investigación específica. Sin embargo, el enfoque propuesto por los autores es más amplio, relacionando los datos con un cuerpo teórico, con una visión a largo plazo y con un proceso intencionado de mejora. De manera similar, el enfoque presenta similitudes y diferencias con la toma de decisiones basada en la evidencia.
Para comprender mejor la propuesta, es clave también conocer los enfoques que la sustentan. Pese a que el trabajo de la “investigación profesional” ha sido definido como a-teórica, los autores se desmarcan de esta visión, describiendo la importancia de no disociarse de la teoría, ya que ella puede servir como un piso para analizar la realidad organizacional de las escuelas, organizaciones o territorios. Por ello, los autores discuten la importancia de tres conceptos base que se encuentran interrelacionados: aprendizaje organizacional, indagación e intervención. Los teóricos del aprendizaje organizacional han buscado definir cómo las organizaciones adquieren información, hacen uso de esta y adoptan decisiones y rutinas acordes a esta. Por otro lado, la postura de indagación, o de ciclos de indagación (que comprenden la identificación de un problema, recolección de datos, formulación de soluciones y propuesta de intervenciones), ha sido utilizada como un mecanismo para la mejora escolar, y la investigación ha remarcado su utilidad como aproximación al interior de las escuelas. Finalmente, la teoría de la intervención es el tercer eje teórico: se remarca el rol del agente de cambio como aquel que asiste a un sistema para que se vuelva más hábil en la resolución de problemas y en la toma e implementación de decisiones, de tal modo que el sistema puede ser más y más efectivo en estas materias, siendo cada vez más independiente del investigador. Los autores consideran que el punto crítico en el uso de teorías es que sirven como lentes para entender, criticar y desafiar las prácticas existentes dentro de las escuelas. De este modo, para ellos la identificación y uso de enfoques teóricos fuertes es un componente crítico y es clave en el ejercicio de la investigación profesional.
Por otro lado, autores refieren a los enfoques metodológicos aplicables en esta mirada . La investigación previa reporta diversidad de aproximaciones al estudiar el campo del liderazgo y gestión educativa. De ellas, se enfocan en cuatro métodos que tienen en común asumir que el propósito de la investigación es la identificación y clarificación de un problema, la intervención y en último término, promover el cambio en la organización. Los cuatro enfoques son: investigación acción, investigación basada en el diseño (design-based research), ciencia de la mejora (improvement research) e investigación de estudio de casos. La investigación acción se basa en el supuesto que los educadores se involucran en la investigación con el propósito de investigar y responder a desafíos localizados de liderazgo y mejora. Si bien ha sido utilizada tradicionalmente con foco en las salas de clase, cada vez está adquiriendo usos más amplios. Sin embargo, su uso como enfoque único de investigación es cuestionado por los autores. La investigación basada en el diseño es cada vez más popular. Inicialmente, fue concebida como el diseño de experimentos para afrontar desafíos del entorno de las salas de clases, creando un estudio experimental. Actualmente, se busca testear intervenciones educacionales en el contexto de salas de clases, programas y ambientes de aprendizaje. Se busca contextualizar el proceso de investigación, haciendo posible identificar cómo los factores del entorno influyen en la implementación de una intervención en particular. Por otro lado, hay un foco en construir equipos de investigación y teorías que sean sostenibles para la organización determinada. La ciencia de la mejora, por otro lado, se analiza los detalles que definen cómo un conjunto de cambios realmente podría lograr impactos positivos. Por ello, su propósito central está en intervenciones enfocadas, buscando generar un entendimiento situado a los problemas relacionados con el trabajo profesional. Finalmente, la investigación de estudios de caso, pese a sufrir críticas, permite generar descripciones en profundidad acerca de un problema de la práctica, tomando en cuenta múltiples perspectivas, a través de la recolección de diversos datos. Este tipo de investigación es particularmente útil cuando el profesional-investigador posee preguntas sobre el cómo y el por qué, y a la vez tiene control limitado sobre los eventos o circunstancias en las que se está desempeñando.
Figura 1. Conceptualizando el rol de los profesionales-investigadores. Adaptado desde Lochmiller & Lester (2016)
Entonces, ¿qué se puede decir sobre el rol de la investigación profesional? En primer lugar, que es una aproximación principalmente pragmática a la investigación educacional, con un interés central en examinar problemas de la práctica, relacionados directamente con el trabajo de los líderes y con la mejora de los sistemas, la enseñanza y los aprendizajes. En segundo lugar, es importante destacar que más que tratarse de una nueva área, los autores lo sitúan como un sub-campo de la investigación en educación y en liderazgo educacional. Entonces, el interés fundamental es la aplicación de investigación en la práctica y el estudio del conocimiento de la práctica del liderazgo educativo, abordando preguntas localizadas y métodos de investigación establecidos. El propósito es entender cómo los problemas educacionales afectan a los estudiantes, profesores, salas de clases, escuelas o distritos, para luego formular una respuesta a nivel de liderazgo o generar un entendimiento más detallado del problema emergente.
Las implicancias de esta conceptualización son importantes a nivel de la formación de postgrado en educación. Esto, sobre todo porque se invita a eliminar la división entre los académicos y estudiantes que se dedican a la investigación básica, mientras los profesionales que conducen investigación aplicada. Los autores, en ese sentido, proponen la necesidad de entrenar a los profesores y estudiantes de postgrado en educación en ambos enfoques.
En conclusión, el enfoque de la investigación profesional representa una oportunidad para avanzar en el campo del liderazgo educacional, profundizar en el trabajo de los líderes educativos en sus organizaciones y para crear conexiones significativas entre la práctica y su relación con la investigación. Por otro lado, puede ser útil al momento de mejorar los programas de formación en liderazgo escolar, ya que incorpora y sistematiza el conocimiento de expertos situados en contextos específicos. Si bien la propuesta aún requiere más debate sobre sus direcciones teóricas y metodológicas, sí hay un propósito claro sobre cómo la investigación profesional puede ser utilizada para mejorar la influencia del sistema y de las organizaciones educativas y de qué maneras se pueden fortalecer las conexiones entre teoría y práctica.
Texto traducido y editado por Claudia Llorente y Paulo Volante desde:
Lochmiller, C. R., & Lester, J. N. (2016). Conceptualizing Practitioner-Scholarship for Educational Leadership Research and Practice. Journal of Research on Leadership Education.